Insistió hasta olvidarse quien era,
prohibió hablar a sus sentidos,
regó el piso con pedazos de su cuerpo,
emprendió un viaje de malas compañías,
una imagen pudo más y se vendió por miserias.
Ahora sus joyas brillan incandescentes,
persigue su sombra y se pierde en la neblina,
no hay quien lo salve, pronto también él se habrá ido.
Todavía hay gente sin memoria.
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