martes, 13 de diciembre de 2016

Hermetismo

Hermético juego de pensamientos,
Manta suave cubre mi rostro,
Caminos mentales nublan mi razón,
En la soledad de mis adentros,
Muere el sol de tus ojos.

Hermético juego de seducción,
Sonido inalterable, monotono,
La rueda ya vacia, gira y gira,
En un eje sólido, petreo,
Borrando las marcas de tu presencia.
MA 11/12/2016.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

miércoles, 13 de julio de 2016

lunes, 4 de enero de 2016

Naúfrago.

Dos días de naufragio en balsa, navegabamos en velero, pero rompimos el palo mayor en una tormenta, devino la filtración, y luego de una serie interminable de hechos desafortunados, quede como el único  sobreviviente o al menos eso supongo, los demás no llegaron a subirse a la balsa. Voy sin rumbo, sólo cuento con el kit de supervivencia, el teléfono satelital se extravió en las profundidades, y las bengalas ya las utilicé.
Soy una muerte lenta a la deriva, nunca imaginé una situación así, aunque siempre me pregunté que es lo que pasaría por la cabeza de alguien que sabe que va a fallecer en poco tiempo.
Sino me rescatan pronto sufriré la muerte consecuencia de una lenta e interminable agonia.
Mi piel esta seca por el sol y la sal, mis labios lacerados, no cuento con ninguna forma de distracción, únicamente pienso en morir, siento que estos dos días duraron casi tanto como el resto de mi vida. Tengo 42 años, pero gracias a estas últimas 48 horas siento que viví 84.
¿Entienden lo que es vivir con esta intensidad cada uno de los segundos de los minutos de las horas de cada uno de este par de días?
Sesenta por sesenta por veinticuatro por dos, no quiero hacer la cuenta pero me parece que es un número bastante elevado.
Todas las situaciones han pasado por mi mente en este tiempo, imagine ser inducido por un OVNI en el medio de la noche. Recordé ese libro que leí de pequeño “AMI” o algo así, en el que el niño se hacía amigo de un extraterrestre.
La falta de distracción es insoportable, hace un rato, que pueden haber sido 10 minutos, o cinco horas, no estoy muy seguro, vi pasar frente a mi un albatros, me dio un poco de esperanza, ya que supuse que la tierra estaba cerca, pero el muy turro vino a morirse a las profundidades oceánicas
¿Los albatros mueren en lo profundo? ¿Existen albatros en estas zonas del mundo? ¿Se realmente como es una albatros? Bueno tal vez haya sido solo mi imaginación. El sol pega muy fuerte y eso me está confundiendo.
A falta de otra cosa me la he pasado pensando, hice una línea de tiempo de mi vida, primero año por año, después mes por mes, hasta intente hacer semana a semana de mis últimos años, ustedes no se imaginan lo que uno puede recordar cuando no hay absolutamente nada que hacer. De todos modos mi cabeza está tan mareada que no se si lo que recuerdo es realidad o ficción.
Algunas de mis memorias presiento que son recuerdos de películas o libros.
Es muy frustrante, aveces me parece divisar un buque, pero inmediatamente desconfió de mis ojos.
¿Por qué habré emprendido este viaje? Nunca había navegado, pero unos amigos insistieron en hacer la travesía, salimos del puerto de Buenos Aires hacia el norte, pasamos Punta del Este, y ahí no se que ocurrió, pero aparentemente nos alejamos más de lo deseado de la costa, y sobrevino la tormenta.
Aquí estoy, el más inexperto de la tripulación en el medio del océano, intentando remar con las manos, pero no funciona, no tengo casi ningún conocimiento del arte de la navegación.
Por momentos me doy cuenta de la subjetividad del tiempo ¿me explico? Siento que los segundos son horas, cuando me duermo una ola sacude la balsa y vuelvo a despertar.
Aparentemente Poseidon quiere que viva mi última hora con los ojos bien abiertos.
Prefería la idea de morir de viejo en una cama y completamente inconsciente de mi estado.
Una muerte consciente y lenta es una tortura en si misma y esa tortura no tiene otro final que la muerte.
Mis esperanzas fueron decreciendo pero después de estar la cantidad segundos equivalente a sesenta por sesenta por veinticuatro por dos, aquí, mis esperanzas se desvanecieron, mi único anhelo es ser tragado por un tiburón o por una ballena, una muerte bien hollywoodense.
Ni siquiera tengo el coraje de suicidarme, esta tortura es el peor autoflajelo, es vivir sabiendo el final, el final impostergable, sufriendo su llegada y sufriendo su demora, su lentitud, su determinación.
Aquí estoy, ya no puedo ni llorar por miedo a deshidratarme ¿Para qué quiero estar hidratado si igual he de morir? Maldita enseñanza aquella que dice “la esperanza es lo último que se pierde”, si la hubiera perdido antes me hubiera quitado la vida y terminado este sufrimiento, pero no, esa misera posibilidad, es nimia esperanza es la que me mantiene a flote tanto literal como figurativamente.
¿Esto es vivir a flote? ¿Este sufrimiento merece llamarse vida?
Que bello es el océano, pero cuando estas adentro es un monstruo gigante que te marea con su vaivén incansable.
Ya me hice toda esa clase de preguntas sin mayor sentido que autoflajelarme al estilo de ¿Por qué vine hasta aquí? ¿Por qué acepte hacer el viaje? Todos cuestionamientos que tienen utilidad únicamente si se cuenta con una maquina de tiempo.
Si salgo con vida de aquí seguramente un montón de idiotas me quiera contratar para que de charlas de motivación en empresas y que les explique como salvarse del peor momento. Una estupidez total, si tengo que ser franco debería decirle a todos aquellos idiotas que quieran escuchar mis aventuras que lo único que me mantuvo con vida durante el calvario fue mi falta de coraje para quitarme la vida.
¿Cuál es el valor de eso? ¿Qué motivación puedo generar?
Así y todo el mundo esta lleno de ese tipo de personas. Bueno prometo decir que nunca hay que perder las esperanzas, así si algún imbécil esta en una situación similar sufre la misma agonía que estoy sufriendo yo, con la única convicción de la esperanza.
O mejor aún le leeré estos párrafos y se convencerán que nunca hay que bajar los brazos, ni aún cuando no tengas el coraje de quitarte la vida.
El mundo necesita escuchar que se puede ¿Qué es lo que se puede? Mi vida depende de que alguno de esos idiotas, que creen que se puede salvar el mundo con optimismo, se cruce por mi camino, mi vida depende del azar, de la posibilidad de ganar la lotería de la historia, de un avión que atraviese el cielo, vislumbre el reflejo de mi balsa, y de aviso a las autoridades marítimas más cercanas, que dicho sea de paso no se ni cuales son.
Realmente ahora cobra sentido aquella frase “mi vida pende de un hilo”, mi vida esta librada a la suerte.
¿A qué aferrarme?
¿Pensar en la persona que amo? ¿En qué no la voy a volver a ver? Según mis cálculos, y siempre y cuando no me insole, ahogue a causa de una tormenta o sea devorado por un ser de las profundidades, tengo alimentos y bebidas para sobrevivir una semana a la deriva, si el viento es favorable me dirigirá hacia la costa, sino lo es, quien sabe, tal vez termine en algún punto entre África y América, una muerte oceánica tercermundista.
Me gustaría emitir un mensaje de esperanza para la posteridad, pero en realidad ese mensaje sería para mi mismo, que ya no tengo ningún tipo de esperanza.
Las horas son años, los días eternidades, siete días más así y moriré de viejo, no de naufrago.
¿Y si es todo un mal sueño? ¿Si me quede dormido en el jacuzzi?
Me gustaría empezar a alucinar y perder completamente la razón, empezar a conversar con imagines creadas por mi mente, pero ni siquiera tengo el bálsamo de la locura, morir con los ojos bien abiertos, morir a cuenta gota.
Desesperación, lenta desesperación.
M.A. 29/11/2015.

viernes, 27 de noviembre de 2015

En busca del pantano.

Durante mi infancia veranee en la costa, una pequeña población rodeada de bosques y médanos, cuando llegabamos con mi familia empezaba a oler a libertad, largas caminatas por la playa, ocultarnos en los tamariscos, escapar de la gran Ciudad y convertirnos en “salvajes”, hacer vida de campo, cambiar las paredes del departamento por los muros de una casa abandonada en la que jugábamos con amigos, atrapar topos mientras escarbaban sus madrigueras, ir de pesca, aprender a manejar, todo era un plan maravilloso.
A mi hermano y a mi nos encantaba era ir en busca del pantano. Mi viejo nos había contado que trás los interminables médanos había arenas movedizas, y desde que tengo recuerdos, cada año ibamos en su busqueda.
Un día nos dijo que quien sabía la ubicación exacta del pantano, era el anciano que paraba en la puerta de la verdulería. Ese tipo había vivido toda su vida en el pueblo, lo conocía como la palma de la mano. Una tarde en vez de ir a la playa o al arroyo fuimos a la verdulería. Allí nos atendió Jaime, y nos dijo que el viejo estaba muy mal, había enfermado, pero que le encantaría que lo visitemos, estaría gustoso de contarnos todo lo que queramos, y además agregó que tengamos cuidado porque era un poco fabulero.
Como no teníamos nada que hacer, fuimos.
Llegamos a la casa de Ismael, quedaba a unas cuadras de la verdulería, era un rancho casi destruido, vivía solo, la puerta estaba abierta y cuando pasamos el umbral sentimos un olor a humedad que nos tumbaba, aplaudimos para que Ismael se entere de nuestra presencia, y una voz firme contestó:
  • ¿Quién anda ahí?
  • Ismael, somos Pablo y Juan, nos mando Jaime de la verdulería.
  • Ustedes son los hijos del pelado ¿no es cierto?
  • Así es.
  • Bueno pasen, no se van a quedar ahí parados todo el día, yo estoy postrado en la cama.
La habitación se encontraba en completo desorden, el viejo estaba tapado con dos frazadas, era verano, afuera no corría una gota de viento y la temperatura era de 30°, pero Ismael no estaba bien.
  • ¿Qué los trae por aquí?
  • No queríamos molestarlo Ismael, pero nuestro padre nos dijo que Ud. Sabe donde esta el pantano.
  • ¿El pantano?
  • Si si, el pantano señor, queremos conocerlo. Dijo mi hermano.
  • Ustedes no pueden llegar hasta ese lugar, esta reservado para los baqueanos.
  • Ismael, hace mucho tiempo que venimos a veranear a este pueblo, somos casi baqueanos.
  • Jajajaja, ustedes ni siquiera saben el significado de esa palabra.
  • Bueno jefe, no queríamos molestarlo, así que nos vamos.
  • No no, pongan la pava y hagan mate, voy a ver si son capaces de llegar al pantano.
Le trajimos el mate, empezó a cebar y me lo pasó, rechace el convite, mi hermano lo aceptó gustoso, cuando agarró el porongo, lo mire indicándole que lo deje, el viejo estaba enfermo, podía contagiarnos. Ismael se percató de mi seña, y dijo:
  • No te digo yo, ustedes son baqueanos y les da asco tomar de mi mate, lo que yo sufro no es contagioso, así que no tengan miedo.
Mi hermano me lanzó una mirada burlona y le pegó una chupada a la bombilla.
  • A ver ¿por qué quieren conocer el pantano? ¿Qué creen que pueden encontrar allí?
  • Desde chicos que queremos ir.
  • Ustedes aún son chicos.
  • Si si, pero aún más de pequeños queríamos ir también.
  • Nos intriga saber como es un pantano. Agregó Juan.
  • Exacto, vivimos en una gran Ciudad en la que todas las calles son de pavimento, y no nos imaginamos que puede haber en un pantano.
  • ¿Y cómo piensan llegar?
  • Mi padre nos puede llevar en el Jeep.
  • Para llegar al pantano hay que ir caminando o a caballo, en vehículo no se puede.
  • ¿Por qué no se puede?
  • Porque no es de baqueano, al pantano sólo llegan los baqueanos, ya se los dije.
  • Esta bien, iremos caminando entonces ¿cuán lejos queda?
  • Hay que caminar mucho, yo los veo medio debiluchos a Uds.
  • Confié en nosotros Ismael, tenemos muchas ganas, y con ganas nadie nos para.

Así estuvimos un buen rato, el viejo nos explicó que debía descubrir si podía confiar en nosotros, y advertirnos de todos los peligros antes de decirnos como llegar.
Después de horas de charla nos pidió que vayamos al día siguiente para seguir con la plática.
A partir de ese momento, pasamos todas las tardes con Ismael hasta el fin de las vacaciones, las charlas no iban solamente de temas vinculados con el pantano, sino con la historia del pueblo, con las cosas que debía hacer alguien del campo, sobre como reaccionar ante el ataque de un puma, en que posición debíamos armar la carpa, como debíamos hidratarnos, el viejo sabia de todo, o lo inventaba, aún así lo escuchábamos con atención. Aprendimos a tomar mate amargo, le llevavamos churros, le encantaban. Por momentos disfrutábamos más las historias de Ismael que la playa, los médanos, el mar, y todas las demás actividades.
El último día nos explicó el camino hasta el pantano, nos dijo que no se podía llegar en un solo día, quedaba muy lejos, tendríamos que caminar recto por detrás del médano verde, acampar cuando caiga la noche, hacer un fuego, y esperar a que salga el sol, al día siguiente debíamos caminar en dirección contraria al amanecer, habría que cruzar dos alambrados, con el primer no habría inconveniente alguno, pero debíamos tener cuidado con el segundo, ya que el campo era de un chacarero casca rabias, y podía dispararnos si nos veía. Sabía que era nuestro último día, nos dijo que esperáramos hasta el año siguiente, y nos prometió que nos haría un mapa para llegar al sitio.

Frustrados volvimos a Buenos Aires, todo el año esperamos ansiosos a que llegue enero, queríamos charlar nuevamente con Ismael, que nos terminara de dar las indicaciones necesarias para llegar.
Nos costó mucho trabajo convencer a nuestros padres que nos permitieran hacer la excursión. Una ardua negociación, afortunadamente terminó en diciembre, cuando dieron el visto bueno, con la única condición que nos acompañe nuestro primo Nicolás, quien era algo mayor que nosotros, aceptamos el trato encantados.
Durante el año habíamos preparado el equipo de campamento, la carpa, la división de las mochilas, las cosas que debíamos llevar para comer, todo planificado.
Después de pasar año nuevo en Buenos Aires, partimos hacia la costa, un nuevo mes de aventuras nos esperaba, anhelábamos ese viaje más que ningún otro, por fin conoceríamos el pantano, sabríamos que se siente cuando se está frente a arenas movedizas.
Conocíamos historias, ciertas o no, de personas a las que se había tragado, y luego las escupía, ya que al pudrirse los cuerpos se llenaban de gas y salían a la superficie. Esperábamos ver cadáveres, la película se había dibujado en nuestras mentes. En un momento hasta pensamos que si Ismael estaba bien, nos podría acompañar.
Lo incluimos a Nicolás también en el proyecto, pero no se comprometió mucho con la causa, no nos importaba, con nuestro entusiasmo bastaba para hacer cualquier viaje.
Llegamos al pueblo, y lo primero que hicimos fue ir a la verdulería, Jaime, nos contó que Ismael había fallecido en febrero, pero nos había dejado un mapa con la ubicación del pantano, y además había pedido como disposición de última voluntad que tiremos sus cenizas en las arenas movedizas.
Nos contó que el viejo había estado solo por mucho tiempo, y que en sus últimos días se lo había visto feliz.
Ese fue nuestro primer contacto con la muerte, aún vivían todos nuestros abuelos y tíos, no teníamos una noción real del viaje definitivo de una persona. Con Ismael nos habíamos encariñado y él con nosotros, se contacto con nuestro plan de citadinos en busca de aventuras.
Lloramos juntos, no entendíamos lo sucedido, creo que hasta en un momento nos sentimos defraudados por Ismael, se había muerto antes de tiempo. Pospusimos la salida uno días, ya que debíamos recomponernos del golpe.
El 13 de enero emprendimos el primer viaje hacia el pantano.
Nuestro padre nos llevo en Jeep hasta donde pudo llegar detrás del médano verde, ya que más allá la vegetación impedía que el vehículo siguiera, y a partir de ahí a caminar.
Era todo un desafío, teníamos 11, 12 y 13 años, y estábamos solos en el medio de la nada, buscando un pantano, era la situación más arriesgada que habíamos vivido, sentíamos que podíamos con todo, caminamos hacia el norte como indicaba el mapa, por la mañana pateamos y pateamos, al mediodía paramos debajo de unos árboles, y almorzamos las frutas que traiamos con nosotros, tomamos un poco de agua, y descansamos un rato.
Con mi primo tuvimos una discusión porque el decía que debíamos ir hacia la derecha, y yo que el mapa indicaba que debíamos seguir en la misma dirección. Al final con el voto de mi hermano, que era el más pequeño, nos decidimos por mi opción.
Pasamos el primer alambrado, llegamos antes de lo que suponíamos, ese punto era el que Ismael había marcado para que acampemos.
Armamos la carpa, mi hermano se encargó de juntar la leña, y cocinamos arroz y atún para cenar, prendimos la fogata, y Nicolás empezó a leer una revista sobre fantasmas que había llevado.
No fue la mejor decisión, a la segunda historia que leyó escuchamos un ruido detrás nuestro, una vaca que andaba por ahí se había parado, y gritamos de miedo.
La noche era espectacular, un cielo completamente despejado, veíamos toda la vialactea ante nosotros, era un manto blanco que nos cubría.
Pero las historias de fantasmas encendieron una mecha en los tres, estábamos absolutamente cagados, al rato de estar frente a la fogata, las sombras que provocaba el mismo fuego nos asustaron, no era para menos, encima llevábamos las cenizas de Ismael con nosotros, hasta ese momento ni lo pensábamos, en cuanto lo comentamos fue de mal en peor, creo que imaginamos que el viejo se nos iba a aparecer en el medio de la noche.
Nos metimos en la carpa, nos abrazamos hasta quedar dormidos, a la mañana siguiente nos despertó el sol con su calor, y el miedo había pasado. Pero también descubrimos que mi hermano se había meado encima, así que estábamos los tres completamente orinados.
Afortunadamente cerca de la carpa había un bebedero de vacas, nos lavamos un poco ahí. No se que era peor, el agua con la que nos lavamos o el mismo orín
De todas formas seguimos el viaje, caminamos durante horas a pleno rayo de sol, pasamos el segundo alambrado, a partir de allí debíamos tener mucho cuidado, entramos con sigilo, pero no ocurrió nada, al atardecer llegamos al punto indicado en el mapa por Ismael, pero no había nada, ni el pantano, ni los arboles ni cosa que se le parezca.
Comenzamos una discusión, que terminó con algunos empujones, caminamos para un lado, para el otro, pero el pantano no aparecía
Otro año más sin encontrarlo.
Estuvimos casi hasta el anochecer, y decidimos volver a armar la carpa.
Cuando entramos en ella sentimos el bao de la meada de mi hermano, resultaba insoportable, había estado todo el día concentrándose, y cuando la abrimos explotó.
Pusimos las bolsas de dormir afuera y nos acostamos a la intemperie. Nos contamos chistes e historias hasta quedarnos dormidos junto al fuego.
Pasaron años de ese momento, pero todavía tengo presente absolutamente todo, el perfume de la noche, la luz de las estrellas, el sonidos de los animales, las historias que nos contamos, todo como si hubiese sucedido ayer.
Fue uno de esos momentos mágicos e inolvidables.
Al mañana siguiente emprendimos el regreso, decidimos tirar las cenizas de Ismael en ese lugar, no habíamos encontrado el pantano, pero estábamos parados justo en el punto indicado por Ismael. Así que cada uno dijo unas palabras de despedida, y el polvo del viejo se disperso con el viento.
De regreso, acampamos en el mismo sitio de la primer noche, y al día siguiente llegamos nuevamente al pueblo.
Le contamos la experiencia a nuestros padres, y nos preguntaron si estábamos frustrados por no haber encontrado el pantano, la verdad que no lo estábamos, habíamos pasado unos días maravillosos, y creo que en ese momento dejamos la niñez, este viaje fue una conversión en nuestras vidas, ingresamos a otra etapa.
El pantano se convirtió en una constante en nuestras vidas, cada año volvíamos a buscarlo, de hecho ya mayores la hemos repetido varias veces, nunca supe si el pantano realmente existe, y no deseo saberlo, a fin de cuentas lo único realmente importante es hacer el viaje, la búsqueda, los destinos son sólo circunstancias.
M.A. 27/11/2015.

martes, 24 de noviembre de 2015

¿Por qué compre una biblia?

      Regrese de trabajar extenuado, hace meses que vengo con problemas laborales, demasiada presión sobre mis espaldas, siento angustia y ansiedad.
     Las responsabilidades han excedido mi límite de tolerancia. Si lo tuviera que graficar con una imagen diría que me encuentro en una cápsula de vidrio, en una sintonía distinta a la de los demás. Por las noches es lo más tremendo, la oscuridad nubla la visión, todos duermen, y empiezo a caer en callejones sin salida. Claro que la salida siempre existe, pero la negrura me impide verla.
      Por momentos deseo tomarme un ansiolítico y dormir unas ocho horas corridas, hace meses que no duermo tanto. Deje de fumar marihuana, lo hacía a menudo, pero estoy tan nervioso que me da temor pitar y que mi cabeza se vuele por completo. Escribir me calma, es una descarga que baja la ansiedad.
      Así que aquí estoy, recién llegado de mis tareas laborales, las que fueron interminables en el día de hoy, sumamente cansado, pero se que si me acuesto no pego un ojo, una situación de mierda, igual aún es temprano, así que puedo escribir un poco más antes de intentar dormir, me gustaría tomarme un whisky, pero de adolescente me agarre una borrachera tremenda y quede asqueado.
      Fue en la fiesta en lo de un compañero de la secundaria, empecé con un vaso, luego otro, hasta que empine la botella por completo, fue mi primer curda, y tengo recuerdos patentes de ciertas partes, e ignorancia absoluta de otras.
     Según me contaron termine en una bañadera llena de agua y hielo, porque no reaccionaba, a la mañana siguiente me levante sin entender absolutamente nada de lo sucedido, y mi cabeza daba vueltas en la habitación. Baje la escalera, y me esperaba un platos de ravioles a la boloñesa espectaculares. Ni bien sentí el aroma llegaron con las arcadas, y luego me encerré en el baño por una hora con la cabeza enterrada en el inodoro.
      Nunca volví a tener una borrachera a ese nivel, y nunca más probé el whisky, eso es lo que más lamento, el rito de tomar whisky me resulta genial, el vaso, el ruido del whisky derramándose en los hielos, beberlo de sorbos, disfrutando cada instante, es algo mágico, pero no lo puedo ni siquiera oler.
      Así que ni porro ni whisky por el momento, una copa de vino no vendría mal.

      Listo, acabo de descorchar un malbec, puede suplantar perfectamente al whisky.
      Ayer me paso algo muy loco, compre una biblia, soy ateo, pero sin embargo sentí el impulso.
     Había llegado de trabajar, casi en el mismo estado en el que lo hice hoy, y en la puerta de mi hogar, me detuvo un tipo alto, pelo negro ensortijado, piel blanca pálida, parecía que no tenía sangre corriendo en sus venas, y con una voz suave y buena dicción, me preguntó:
  • Señor ¿sabe qué esta por llegar el fin del mundo?
  • ¿Y qué música hacen? ¿Tiene entradas?
  • No, no, entendió mal, el fin del mundo, el acabose, el apocalipsis.
  • Ahhh y ¿Cómo es eso?
  • Bueno usted sabe, vendrán el demonio, junto con los jinetes, Dios y sus ángeles, y se llevará a cabo el juicio final. ¿De qué lado piensa estar?
  • Soy abogado, así que no me molestaría defender al acusado ¿Qué le están imputando?
  • Mire me parece que sigue sin entender, Ud. Será juzgado por sus acciones, y podrá estar del lado del bien o del mal.
  • Estoy teniendo muchos problemas ultimamente, y ahora me dice que alguien habrá de juzgarme ¿De qué acciones habla?
  • A lo largo de toda su vida habrá hecho cosas buenas y malas, las buenas las debe llevar con orgullo, y arrepentirse de las malas.
  • Mire no se si Ud. sabe, pero existe un instituto en derecho que se llama “prescripción”, significa la pérdida o adquisición de un derecho por el paso del tiempo, calculo que muchas de las cosas malas que he hecho, y que obviamente existen, se encuentran prescriptas.
     En ese momento me miro con cara de desconcierto, no sabía si le estaba tomando el pelo o le hablaba en serio.
  • A los ojos de Dios nada prescribe, el tiempo no existe para Dios, Él es eterno.
  • Ud. me esta diciendo que Dios vendrá a imponerme un castigo por lo que hice cuando era adolescente.
  • Exacto, siempre y cuando no se haya arrepentido.
  • Y ¿cómo hago eso?
  • Pues convenciéndose.
  • ¿Qué se viene el apocalipsis? O ¿Qué estoy arrepentido?
  • De ambas cosas.
  • Y ¿Cuando sería este juicio? ¿Tengo tiempo de preparar mi defensa?
  • Ya es hora.
  • Son las siete, al menos deme 30 minutos para hacer un resumen de los hechos.
  • No importa cuanto tiempo falte, ya le dije que para Dios el tiempo no existe, lo único que importa es que Ud. este arrepentido.
  • Bueno lo estoy, o eso creo. 
      A esta altura de la conversación, después de haber lidiado todo el día con la ejecución de un contrato leonino, esta charla me resultaba frugal, me parecía interesante la idea de defenderme de todas mis acciones en un único juicio, ahorrariamos mucho tiempo.
  • Para estar convencido Ud. tiene que rezar mucho, y estudiar esta biblia, es lo único que lo puede salvar.
  • Soy ateo, no rezo.
  • De eso tendrá que arrepentirse.
  • ¿Es un pecado?
  • Claro, desconocer a Dios es el peor de los pecados.
  • Y ¿Cuál es el castigo por ese pecado?
  • Bueno el único que lo sabe es Dios.
  • Dios es el que desconoce la existencia del tiempo ¿no es cierto?
  • No la desconoce, solamente que para Él el tiempo no resulta ser una limitación.
  • Ahhh entiendo.
  • ¿Entiende?
  • Eso creo, y ¿Qué lo trajo por aquí?
  • El deseo de salvarlo.
  • Que afortunado que me siento, bueno inicialmente, tendríamos que lograr que la Cámara de Apelaciones revoque las sentencia de primera instancia en el juicio “Perez C/ Romero”, coincidirá conmigo que es una sentencia muy injusta.
  • La única sentencia que importa es la que dicte Dios, en el final de los tiempos.
  • ¿Cómo es eso del final de los tiempos? No era que el tiempo no resultaba ser una limitación.
  • Creo, francamente que Ud. es un caso perdido.
  • No me diga eso, no tuve un buen día, a ver deme la biblia.
  • Son cincuenta pesos.
  • Pensé que venía a salvarme.
  • Todo tiene un precio.
  • Tiene razón, tome, gracias, espero verlo pronto.
  • Adiós.
  • No, a Ud. 

    Nuevamente me miró con cara de desconcierto y se marchó.
         Aún hoy no entiendo por qué compre la biblia, si para sacarme al tipo de encima o porque creí que realmente me serviría de algo leer algún pasaje, que podría encontrar mi salvación en ella, no hablo de la salvación en el apocalipsis, hablo de la salvación mundana, de vivir mejor.
       Entré a mi casa, tomé una ducha, comí algo, abrí una botella de malbec, y justo antes de acostarme me acordé de la biblia.
M.A. 24/11/2015.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Cuando hay duda no hay duda.

martes, 17 de noviembre de 2015

¿Mal viaje?

Día uno:
16.00 hs: 
Llegue a Tena, la ceja de selva amazónica de Ecuador.
Es una experiencia completamente nueva, la ciudad esta en el llano, calurosa, húmeda, en el ambiente hay un aroma particular. Camine un poco, pase por el mercado, siempre visito mercados en las ciudades, me gusta ver las frutas, comidas, y chucherías que venden. Luego fui a unas agencias de turismo amazónico “visitar la selva”, “reviva los ritos culturales”, “deportes acuáticos”, y demás espejitos de colores para los turistas que vienen de las grandes urbes.
En Buenos Aires habito en un complejo de dos torres, cada una de 34 pisos con siete departamentos por piso, de uno, dos y tres ambientes, algunos pisos tienen menos departamentos, pero a cuentas rápidas, cada torre tiene 200 viviendas, todo esto en menos de una manzana. Soy el candidato especial para que adquirir un talismán de goma en la selva.
Amo viajar, y para ser sincero salgo de la media del típico turista, sin llegar a ser un trotamundo, podría decir que soy un viajero amateur, me gusta esa palabra, viajero.
En fin, y volviendo al relato, aquí estoy, buscando a quien comprarle un viaje por la selva. Me interesaría hacer algo más profundo que una visita guiada desde un barquito.
Me comentaron de una agencia Quichua, cuya idea de viaje es que te hospedes directamente en las comunidades. Quiero probar Ayahuasca, esa poción alucinógena, esa conexión con las energías de las cosas, y entre los atractivos de esta agencia promocionan esa opción, supongo que optaré por ellos, ya que sería lo más auténtico que podría llegar a realizar.
En el hotel, hay dos grupos de tres chicas argentinas, a uno de esos grupos lo conocí en Baños, un lugar entre las montañas y la selva relativamente cercano a Tena, mucho más pintoresco que este sitio.
El otro grupo, lo conocí aquí, y ellas ya contrataron en esa agencia quichua, seguramente me sume a ese viaje.
Toda mi estadía en Ecuador se tiño de un gran descubrimiento personal, una búsqueda que aún no tengo clara, hasta podría decir que hay algo espiritual o religioso, en todo esto.
En Baños descubrí una diferencia fundamental entre los Alemanes o más bien la mayoría de los Europeos, y los Latinos. Salí con una alemana en un paseo por las montañas con bicicletas alquiladas. Nos recomendaron que vayamos hasta donde lleguemos, y que no nos preocupemos por la vuelta, que sería en mayor parte de subida, ya que en el camino podíamos hacer dedo a los camiones o camionetas para que nos devuelvan al pueblo.
Aparentemente la alemana no entendió del todo la recomendación, ya que pensó que el regreso sería a través de un servicio de línea.
Se asombró cuando empecé a hacer dedo, y le explique que no existía ningún medio de transporte oficial para emprender el regreso.
Creo que a partir de ese momento entendí porque la cultura latinoamericana esta profundamente ligada a la idea católica de un Salvador.
Nosotros constentemente estamos esperando que alguien nos salve, un caudillo, un cura, un líder, un futbolista, una estrella, siempre esperamos ese héroe que se meta en medio del incendio y rescate al gatito, no digo que en los momentos de urgencia ellos, los europeos, actúen distinto, sólo que en general están más organizados, el “sistema” funciona.
No les hace falta creer en el Dios Salvador, al que le confiamos toda nuestra fe en ausencia de toda otra organización que nos ampare.
Ellos confían en que si el tren parte a las 10, a las 10 partirá, nosotros por lo general nunca sabemos. Necesitamos un milagro para llegar a horario, necesitamos el camionero que nos levante en el medio de la montaña, porque ningún transporte llega hasta ahí, dejamos librados muchos factores a la improvisación, como dice la canción “lo atamos con alambre”.
Creo que me fui un poco por las ramas, la cuestión es que aquí estoy en la habitación del hotel, a punto de dirigirme a la agencia de turismo “autóctono” y que propone como plan, convivir una semana en dos tribus quichuas, como idea me parece interesante, un viajero profesional seguramente hubiera contactado con los Quichuas, e ingresado por su cuenta a la selva, pero como ya les dije, soy un viajero amateur.

23.50hs:
Recién regreso de cenar, ya tengo organizada mi salida a la selva, me sume al viaje de las chicas que están parando en el hotel. Primero iremos a la tribu más precaria, según me anticiparon, y luego a algo más civilizado, me prometieron iniciarme en el ayahuasca y anticiparon algunas explicaciones acerca de los alimentos y bebidas que debería consumir como preparación al “viaje”, y aclaraciones sobre el tipo de ritual. Mañana comenzará mi aventura.

Día dos:
08.00 hs.
Nos subimos a una camioneta tipo pan lactal, nos lleva Julio, el chofer de la “no historia”, en 20 minutos de viaje contó cinco historias en las que no sucedieron cosas, ahora esta comentando algo sobre el petróleo, y como su extracción esta perjudicando la zona. Y antes criticó a los cazadores furtivos que lamentablemente están eliminando especies, que junto con la búsqueda de miseras porciones de oro en el río Napo, destruyen familias, el hombre no para de hablar un momento.

15.00 hs.
Llegamos a la primer comunidad, “Rio Blanco”, el viaje fue agotador, de la combi nos pasamos a un jeep, para adentrarnos en la selva, luego una canoa para cruzar el Napo, y después otro jeep, el camino de tierra esta destruido, el paisaje es espectacular y fundamentalmente exótico, nos recibió Diego, y nos explicó como estaba distribuida la tribu, realmente la imagen del lugar distaba bastante de lo que uno puede imaginarse de una tribu indígena. Es un rancherio de 5 o 6 casas, y un gran galpón, nos dijo que justamente ese fin de semana sería la reunión anual y asistirian unos 370 comunos para discutir sus cuestiones, algo así como una reunión de consorcio. Podríamos presenciar la cita, pero de todos modos no entenderíamos mucho porque hablarían en kichwa, aún así será un espectáculo digno de presenciar.
Acabó de dejar mi equipaje en unos pequeños bungalows, donde yo ocuparé una habitación y las chicas otra. Diego nos citó para que dentro de media hora nos reunamos en una especie de quincho cerca de las habitaciones. Iremos a hacer el reconocimiento del lugar.

23.50 hs.
Anduvimos de aquí para allá, viendo monos, serpientes, insectos, arañas, jugando con una boa en nuestros hombros, los quichuas se sentían encantados de recibirnos, se notaba la necesidad de comunicarse con los forasteros.
Nos contaron que en lo profundo de la selva aún había tribus no civilizadas, caníbales, que viven en una especie de reserva inaccesible para el común de la gente. Recordando de donde provengo, la gran capital del sur hispano hablante, pensar que hay gente que tuvo una evolución paralela a la del mundo occidental en pleno corazón de América, tan cerca de mi hogar, es una locura. ¿En qué se habrán diferenciado nuestras evoluciones? Se encuentran vírgenes de la “globalización”, de los medios de comunicación, de conocimientos culturales e históricos del mundo “civilizado”, encima son caníbales, viéndolo de ese modo se asemejan más a los animales, pero realmente ¿es así? O saben algo que nosotros no sabemos, bueno de hecho eso es evidente, pero me pregunto ¿se habrán desarrollado de una forma más sana que la nuestra? desconociendo nuestros principios morales, ¿cuáles son sus principios morales? ¿Qué noción del amor tienen? ¿cómo toman las decisiones sociales? ¿De qué manera desarrollaron sus comunidades? ¿tienen moneda de cambio?
¿Por qué motivo el mundo se desarrolló de esta forma? ¿Por qué ganó el más fuerte? ¿Por qué nos mintieron diciendo que “la ley de la selva” había desaparecido, cuando en realidad es la que domina el propio desarrollo del mundo a través de la victoria del más “apto”?
A través de su subsistencia estos indígenas, no “civilizados”, nos muestran dos cosas, por un lado que ellos si viven la ley de la selva, y por el otro que son los más aptos para el medio que habitan.
Pero yendo un paso más adelante, queda demostrado que evolucionaron de forma distinta a la que el general del mundo lo ha hecho y evidentemente fracasado a causa de las profundas desigualdades.
¿No podemos intentar aunque sea analizar cuáles de las evoluciones y principios morales de estas tribus puede ser insertadas al mundo “civilizado”? Ellos no están contaminados con nuestros prejuicios históricos, morales, sociales y culturales, son un mundo que se ha desarrollado paralelamente.
Resulta obvio que la ley de la selva nos lleva al fracaso de la mayoría, porque desde sus principios tiende a la subsistencia del más fuerte, y cuando este gana queda sólo.
El día me ha movilizado demasiado, escucho los sonidos de la selva, son sonidos de insectos en HD, tienen un volumen asombroso, a medida que cae la noche se incrementan, si cierro los ojos me siento en en un concierto junglar.
Permaneceré un rato más aquí fuera antes de dormir, me gustaría una cerveza, sin embargo conocer lugares así lleva sus sacrificios.
Mañana por la mañana nos recogerá Diego, haremos una caminata por la selva, hasta unas viejas ruinas Quichuas, y luego volveremos por el río, o algo así.

Día tres:
7.30 hs.
Arriba, la temperatura no es agotadora, molesta un poco la humedad, pero no es desmedida. Dentro de mi dieta para la experiencia con ayahuasca no puedo tomar café, soy bastante fundamentalista del negro brebaje, pero al igual que la cerveza esto también es un sacrificio, así que encararé el día a base de frutas tropicales. En breve llegará Diego, e iremos a caminar, me entusiasma la idea, creo que la selva es el objeto principal de este viaje por Ecuador.

18.00 hs.
A medida que nos adentrábamos en la jungla la vegetación se hacia más densa, nos costaba hacernos camino, llegamos a las ruinas y no tenían nada de especial, se sumo otro guía, Enrique, quien además es aprendiz de shaman, me explicó algunas cosas del viaje de ayahuasca, aparentemente resulta bastante difícil tener un buen inicio con el alucinógeno, los quichuas lo toman fundamentalmente como una experiencia religiosa, una forma de comunicarse con alguien más, yo estoy abierto para sentir lo que ellos sienten, así que dejaré mi ateísmo de lado, y me preparare para unirme con los espíritus de la selva.
También me informó que probaría la bebida junto al shaman principal de la comunidad, Fabio, que es quien me guiaría en el viaje. Tengo mucha intriga y algo de temor, hay muchas posibilidades que la experiencia no resulte buena, y perdería la oportunidad de probar algo así en este especial ambiente.

Día cuatro
Algún momento de la madrugada:
No se muy bien que hora es, recién puedo moverme en la cama. Por tres horas estuve recostado mirando el techo, imposibilitado de realizar cualquier movimiento, si lo hacía la habitación giraba conmigo.
La experiencia con el ayahuasca no fue para nada buena, por momentos no sabia si vomitar, orinar o cagar, creo que hice las tres cosas juntas.
Después de la cena llegó Fabio, como me habían prometido, me explicó que es lo que sucedería, y me dio un té para preparar el estómago. Según su experiencia, los efectos iniciales tendrían que ver con los sonidos, luego se modificaría profundamente mi percepción del tiempo y el espacio, y si todo iba bien, se encendería una televisión en mi cabeza y obtendría mi visión, que podría ser algo de mi vida pasada o futura. Luego debería interpretarla.
Me senté frente a Fabio, quien me acercó un pequeño cuenco con el ayahuasca ya procesado, un liquido viscoso y blanco, parecido a la leche condensada, de sabor profundamente amargo, luego del trago me lave la boca con el té intentando cambiar ese horrible gusto, por fortuna no vomite instantáneamente, pero sería cuestión de tiempo.
Luego de la ingesta, Fabio se colocó a mis espaldas, estábamos sentados en unas tablas a pocos metros de un arrollo, el escenario era especial para la ocasión.
Las chicas argentinas veían el espectáculo, ninguna de ellas se animó a probar, así que yo me convertí en el conejillo de indias, si la cosa iba bien capaz que alguna lo intentaba.
Fabio comenzó a cantar unos mantras detrás de mi, mientras limpiaba mi aura con unas ramitas, al principio me producía una sensación muy agradable.
A los 15 minutos hicimos una nueva ingesta, el shaman también tomó conmigo, el sabor no había mejorado. Continúo con los mantras y las caricias con las ramas, que comenzaron a darme un cierto mareo. Intenté apoyar la mano en el piso, pero no pude dar con el, la molificación de la percepción del espacio había comenzado, tenía una sensación similar a la borrachera, pero con lucidez mental, intente pararme sin éxito, tuvo que ayudarme Diego, tenía ganas de vomitar, nos alejamos unos pasos, me quise aferrar a un árbol pero fue imposible, erraba en todos los intentos, nuevamente necesite la ayuda de Diego.
Vomite intensamente, luego de un rato pude sentarme, estaba absolutamente mareado, pero mis pensamientos continuaban siendo lúcidos y coherentes.
Fabio ya me había agotado con sus mantras, y el malestar era general, además no soportaba las ganas de cagar, resistí unos minutos más, pero luego pedí que me llevaran al baño.
El trayecto que me separaba de las habitaciones no era largo, unos 30 metros, pero nunca sufrí tanto una caminata nocturna, mi cuerpo se movía como si estuviese total y absolutamente alcoholizado, sin embargo a nivel mental seguía sobrio, era una sensación rarisima, sentí que habían insertado mi cabeza en el cuerpo de otra persona, del que no tenía dominio. Obviamente fue vital el auxilio de Diego hasta el propio baño, y desde allí, por pudor, me maneje solo.
Estaba sentado en el inodoro, con la cabeza en el lavamanos, y los fluidos emanaban de mi cuerpo por todos los orificios y en todas las direcciones, una sensación horrible, intente abrir la ducha para mojar mi nuca, y me caí redondo sobre el piso, unos 10 minutos demore en pararme.
Al rato se acercó Diego para preguntarme como estaba, le pedí que se despida y agradezca a Fabio por mi, yo no volvería a salir de la habitación.
Habré estado una hora en el baño, cuando sentí haber descargado todo, me acosté. Intente girar sobre un costado y el mundo comenzó a dar vueltas, gire sobre el otro y fue peor, la única posición en la que podía permanecer era boca arriba, así quede hasta recién, cuando sentí que magicamente el efecto se había retirado.
En un momento, mientras permanecía boca arriba, un murciélago golpeó en el mosquitero de la cama, pero ni siquiera intente moverme.
Ahora ya siento que paso todo, pero no tengo energías para pararme. Mientras estaba en ese estado expectante lo único que me reconfortaba era pensar en mis seres queridos, imaginar sus rostros, que me hablaban, me contaban cosas, me cuidaban.
Deseaba recostarme en el pasto con mi novia, acariciarle el rostro, acomodarle el pelo, darle un beso en la mejilla, necesitaba un abrazo de ella en ese momento, pero estaba a miles de kilómetros de distancia, y resultaba complicado comunicarme desde ese remoto lugar. Mañana con la luz del sol, todo tomará claridad, y dejaré de sufrir este mal trago.

13.00 Hs.
Pasaron cinco horas desde que desperté, el viaje en Jeep y lancha hasta la nueva comunidad fue un calvario.
Cuando cruzamos el río nos recibió Abel, el cacique de Sinchi Warmi, que quiere decir algo así como “Mujer Fuerte”, inicialmente tuvimos que esperar dos horas al nuevo transporte, mientras tanto mi cabeza giraba, estaba de mal humor y me sentía pesimamente, aún quedaban resabios de la mala noche, del mal viaje. Aproveche para tirarme en una piedra y descansar un poco más. después del reposo me sentía esplendido, aún estoy sorprendido por el cambio.
Mi relación con Abel no comenzó del todo bien, tuvimos una discusión por los distintos problemas en el trayecto y la espera, pero en cuanto llego el transporte, le comenté acerca de mi noche, y pudo entender perfectamente, además él tenía otra preocupación, estaba intentando consolar a las niñas porque las había picado un bicho, y estaban a punto de fallecer, no se como esperaban salir de la selva sin una picadura.
Como les decía, no tuve una buena experiencia, no hubo alucinaciones, no tuve una visión, no me compenetre con la selva, no vi los sonidos ante mis ojos, solo recuerdo el mareo, los vómitos, las ganas de cagar y mear, la imposibilidad de moverme en la cama. Ahora estoy espléndido, si bien no tuve una visión concreta, creo que ahora tengo la cabeza más clara, y realmente me siento bien, como hace mucho tiempo no me sentía.
Me queda más de la mitad del viaje por Ecuador, y creo que a fin de cuentas sí tuve una visión, haberme sentido tan mal anoche en la selva, y refugiarme en los recuerdos me “salvo” de todo malestar, de un modo tan simple y práctico, esa fue mi revelación.

Día nueve:
Ya pasaron dos días desde que deje la selva, los cinco días que permanecí en Sinchi Warmi, fueron asombrosos, pude explorar más la jungla, me hice amigo de Abel, viví como un Quichua más, me levantaba con ellos, hacía sus tareas, y ellos estaban muy predispuestos a enseñarme sus costumbres.
La segunda comunidad se encontraba un poco más aggiornada al mundo actual, las diferencias entre mi estilo de vida y la de ellos claramente existían, pero no resultaban tan grandes como con los integrantes de la otra.
Los días siguientes fueron asombrosos, me sentí maravillosamente, el Shaman de Sinchi Warmi, me explicó que el ayahuasca tiene vida propia cuando ingresa al organismo, y que ella eligió limpiarme, purificarme, y que justamente esa limpieza fue mi visión, conectarme con mis sentimientos, recuerdos y que estos me salven de una mala noche, y vaya a saber de que otra cosa más.
Sigo el viaje, sigo aprendiendo, sigo viviendo, sigo disfrutando, sigo creciendo, sigo, sigo, sigo.
M.A. 17/11/2015.

domingo, 15 de noviembre de 2015


jueves, 12 de noviembre de 2015

Deseo

Deseo acostarme en el pasto, abrazarte y descansar,
Comunicarnos a través de una mirada consoladora,
Sonreír, que una brisa nos envuelva,
Deseo besarte, acariciarte las mejillas y perdonarnos,
Mientras las lágrimas salan nuestras heridas,
un paréntesis se abre en esta demencial locura,
MA 12-11-2015.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Adiós pelo


Desde mis 20 años sabía que me iba a quedar pelado, quizás desde antes.  Era cuestión de tiempo, en un principio intente pelearla y hasta me hice alguna vana esperanza, pero lo inevitable cumplió con su determinación, el pelo se iba, y cada vez más rápido.  Me faltaba fuerza para tomar la decisión de volarlo por completo, ya no había otro remedio, pero me resistía.
Una tarde, cuando salí de la oficina, doble en la esquina, en dirección a la parada del colectivo, y sobre el umbral de un bar abandonado, estaba acostado un lingera, hacía tiempo que paraba en ese sitio, el tipo estaba tapado con una frazada y cartones, con mucho olor a alcohol, obviamente sufriendo todas las penurias al completo desamparo.
Cuando me acercaba a él con aire de superioridad miro fijamente a mis ojos, y espetó: «Flaco, yo si estuviera como vos, me pelaría», me reí, le agradecí el consejo y seguí caminando.
Ese Diógenes, cambió mi vida, unos meses después del episodio, en un viaje, decidí sacar todo lo que quedaba, al principio fue impactante, sensitivamente distinto, raro al tacto, sufría más la temperatura, en el espejo me sentía incompleto, pero me adapte bastante rápido, y ahora llevo con orgullo mi cabeza calva.
De hecho hasta luzco más joven, tanto es así que a causa de la diferencia entre la imagen de mi pasaporte y mi calva realidad, casi me apresan en Budapest.
En mi última visita a Europa, estuve en Budapest, una ciudad espectacular, sin embargo allí comenzaron  mis 24 horas de mala suerte.
Estaba parando en un hotel un poco alejado del centro, aquel día salí temprano por la mañana, era mi último día en la ciudad. Me dedique a recorrer lugares nuevos y volver a visitar algunos.
Cuando regrese estaba agotado luego de 10 horas de andar sin parar, pese a ello llegue a la habitación con la intención de cerrar una reserva para el día siguiente en Viena, ducharme, y luego disfrutar de la noche de Budapest.
Abrí la puerta de la habitación, me recosté en la cama y estiré el brazo en busca de mi portátil, no estaba allí, empecé a revolver todo, pero al notebook no aparecía, también me faltaba un pen drive, y un porro, pero el ratero había tenido el gesto de robarme solamente uno de los cuatro que llevaba, realmente ese mínimo gesto me causo simpatía.
De todos modos, fiel a mi estilo arme una pequeña escena en el Hotel.  Llame a la encargada, quien entendía muy poco ingles, pero por mis señas pudo darse cuenta que me habían robado, ésta a su vez llamó al dueño del hotel.
Cuando llego el dueño me dijo que vería las grabaciones para verificar quien había perturbado mi intimidad.
Para que se den una idea, el hotel era una especie de U, con ángulos rectos, se ingresaba por una de las puntas, un largo pasillo, que doblaba a la izquierda en 90°, otro largo pasillo, otro giro de 90°, y un nuevo pasillo, mi habitación se situaba al final de este último.
Siguiendo con la línea de los acontecimientos desafortunados las cámaras del último pasillo, y que deberían haber perpetuado la imagen del delito cometido en mi contra, no funcionaban.
Al verificar el mal funcionamiento de las filmadoras, desde el hotel llamaron a la policía, cinco minutos después llegaron dos oficiales rubios, bien altos y con pocos conocimientos del ingles.
Por señas y gestos me indicaron amablemente que debía acompañarlos a la comisaría, situación a la que me resistí, por dos motivos, primero quería disfrutar el poco tiempo que me quedaba en Budapest, y segundo porque llevaba un porro en el bolsillo.
Fueron bastante convincentes, y al poco tiempo estaba abordo del patrullero acompañando a los señores policías.
Allí me comunicaron que habían llamado a una interprete para que pueda realizar la denuncia, sentía que el trato que mantenían conmigo era casi como el dado a un delincuente, espere en la recepción, la cual para mi asombro resultaba bastante similar a cualquiera de Argentina.
Habrían pasado unos diez minutos cuando me dirigí a la puerta con toda la intención de marcharme del lugar, salude a uno de los policías que allí estaban y emprendí mi salida, la que fue impedida por el oficial de turno, que a los gritos llamó a sus compañeros. Estos se acercaron a ver que había sucedido y el oficial de mayor rango me quitó el pasaporte.
En ese momento me dí cuenta que estaba en problemas, a los minutos llegó la interprete, pero sólo hablaba ingles, entonces de puro molesto solicité que me envíen  a una interprete del español, pero la vieja me dijo básicamente que me dejará de romper los huevos, y que juntos hagamos la denuncia, tenía razón era la salida más fácil del embrollo, de modo que accedí, y comenzamos.
Habrían pasado aproximadamente unos diez minutos, cuando un nuevo policía se acercó mirándome fijo a los ojos, luego bajaba la vista hacia el pasaporte que estaba en sus manos, mis ojos, el pasaporte, mis ojos, nuevamente el pasaporte y con cierta violencia en el tono, me preguntó en ingles, quién era el de la foto, entre risas contesté que coincidía con mi persona.
Pero no me creyó, la situación me generaba mucha gracia, ese podría haber sido un momento de tensión, pero me encontraba completamente relajado, me solicitó otro documento, le mostré el registro de conducir, el que rechazó porque no lo consideraba válido para Hungría.  Claro que no lo era, el único documento válido en Hungría era el pasaporte, que justamente se encontraba en su poder.
Luego de unos minutos de discusión accedió a creerme, y me pregunto si contaba con Visa, ya que era necesaria para ingresar a su país.
Yo estaba seguro que no la necesitaba, y allí comenzó una nueva discusión, que terminó con una llamada al Consulado Argentino, obviamente confirmó que no necesitaba Visa, de todos modos el incrédulo policía me advirtió que solo podía permanecer treinta días en su país.
En ese momento el policía comenzó a relajarse un poco y bromear conmigo, pero al rato me dijo que tenía que volver a hacer la denuncia delante de él, se tornaba densa y tediosa la situación, fundamentalmente porque mi noche se estaba diluyendo, nuevamente accedí al «pedido» y subimos al quinto piso a realizar el relato de los hechos.
Cuando terminé con todo el proceso habían transcurrido casi cinco horas desde que ingresara a la habitación.
Ya era tarde, estaba cansado, con hambre, y como era invierno, muchos de los restaurantes cercanos al hotel se encontraban cerrados por el horario.
Terminé cenando en MCdonalds mientras leía una novela.  Imagen bastante triste.
Volví al hotel, al día siguiente debía amanecer a las 6AM para tomar un bus que me trasladaría a Viena.
Me desperté temprano, odio madrugar.  Tome el subte hasta la terminal de autobuses, la terminal  se encontraba  en la intersección de dos avenidas y una diagonal, en una marea caótica de tráfico, no alcanzaba a ver que es lo que había del otro lado de la calle, y no encontraba la terminal de autobuses, comencé a preguntar y  cada uno me mandaba a un lugar distinto, finalmente encontré la terminal, pero el bus que debía tomar, no paraba en dicho sitio, sino enfrente, debajo de un estadio, llegue al nuevo lugar, pero no encontraba la supuesta parada, y no había ningún bus esperando a salir, ante la duda volví a la terminal oficial, donde me aseguraron que el bus que buscaba paraba debajo del estadio.
Cuando volví al estadio habían transcurrido 15 minutos desde el horario de partida de mi vehículo, en síntesis, perdí el bus.
El siguiente partía cuatro horas después, compre nuevamente el pasaje y me  dedique a perder tiempo en la terminal, desayune, leí un rato, conteste algunos correos, volví a desayunar, y alrededor de las 11AM fui nuevamente al estadio, a esperar mi transporte.
El colectivo que me trasladaría a Viena, estaba muy descuidado, me extraño ver algo así en Europa Central, verdaderamente los servicios allí son bastante mejores que los del cono sur, pero en este caso la cuestión era distinta, se parecía a cualquiera de los autobuses baratos que podría haber tomado en mi país.
El bus partió, y a los pocos kilómetros se detuvo en la banquina unos momentos, volvimos a salir, y a la media hora nuevamente se detuvo, volvimos a partir, pero a los 20 minutos se detuvo en un parador de la ruta, y esta vez de modo definitivo.  El chofer nos comunicó que el vehículo no continuaría su camino, ya que se había averiado.  Nos explicó que la empresa había mandado un mecánico que estaría al llegar, y que no nos podía mandar en taxis porque no contaba con el dinero suficiente.
Después de horas de patear piedras en el pavimento, llegó el mecánico que al ver el problema se dio cuenta inmediatamente que no podíamos continuar, se habían roto unas mangueras del radiador, o algo así.
Seguían pasando los minutos, sin mucho que hacer en aquel parador, el que me retuvo por 5 horas, hasta que llego el siguiente autobús, que había salido a las 5PM desde Budapest, y ya contaba con pasajeros, pude acomodarme en el nuevo bus, y este sí se dirigió sin paradas ni retraso a Viena, ciudad a la que llegué 24 horas después de haber ingresado a la habitación del hotel de Budapest.
MA 13/10/2015

miércoles, 7 de octubre de 2015

El Campanario


Los viajes han estado presentes a lo largo de mi vida, desde mi niñez, pasando por mi adolescencia y hasta mi actual presente.
Obviamente la forma, los lugares, las motivaciones y lo que hago viajando cambiaron,  así y todo, cada vez que puedo me largo... es mi manera de equilibrar ánimos, juntar fuerzas, recolectar anécdotas, ordenar  historias.  Redondeando, los viajes son muy importantes.
Cuando rondaba por mis 16 años, viaje con un nuevo grupo de amigos a la Ciudad de Chascomus. 
Ese grupo forjo mi adolescencia, y lo mantuve por mucho tiempo.
Yo viajaba con Quique, un compañero de la secundaria, y Fede, mi amigo de toda la vida, lo hacía con Martín, Nicolás, y Carballo, de estos últimos tres actualmente solo tengo vínculo con Carballo, con los otros  nos alejamos, pero en aquellos años estuvieron presentes y a fin de cuentas ayudaron a formar mi personalidad.
Con Carballo seguimos en contacto, y nos relacionamos de una manera muy similar a la que lo hacíamos en aquellos años, una comunicación ligada a una mirada burlona de todo, hasta de nosotros mismos, pero en aquel entonces no nos dábamos cuenta. Actualmente nos llamamos para nuestros cumpleaños, el me llama cuando cumple años, y yo lo llamo en el mio, somos muy jodones.
En esta travesía hacia Chascomus paramos en un Camping, en carpa.
Fogatas por las noches, andábamos en cuanto bosque o casa abandonada encontrábamos, en una de estas nos echaron a los tiros.
En los bosques nos contábamos historias, y hablábamos de como solucionar el mundo, las soluciones eran muy simples, y creo que deberían estar mucho más acertadas a las soluciones que podría plantear ahora, claro que para ello el mundo debería ser más simple, esa es la pequeña dificultad, pero simplificar el mundo no seria una mala idea, creo que es hasta necesario.
El último día de nuestro viaje, estábamos en la plaza principal de la Ciudad, como toda plaza principal de una Ciudad Hispano Americana, se encuentra frente a una Iglesia, era la época de Semana Santa.
Habíamos terminado de almorzar, y estábamos aburridos, las ideas más geniales ocurren en ese estado.
Justo por esos días había una feria instalada en la Plaza, ya nos habíamos cansado de recorrerla, vimos que en la iglesia estaban dando misa, ninguno de nosotros era demasiado creyente, la mayoría eramos ateos, Carballo además era anarquista y vegetariano, males que supo solucionar posteriormente. 
Entramos a la iglesia, y vimos al cura dar un tedioso sermón acerca del significado de las Pascuas. Sus palabras nos resultaron insoportables.
Salimos y con Carballo nos metimos por una puerta lateral estaba abierta, empezamos a explorar la zona, teníamos que buscar algo para hacer, el aburrimiento ya nos había desbordado.
Alguien nos había comentado durante el viaje lo riguroso que era el párroco con los horarios, y que todo el mundo en Chascomus sabía que hora era, porque escuchaba las campanadas de la iglesia.
Continuamos nuestra exploración sobre el lateral de la iglesia, entramos por una nueva puerta, y comenzamos a subir una escalera caracol, siguiendo una soga que colgaba por el centro, cuando llegamos a lo más alto nos encandiló el bello resplandor dorado de la campana iluminada por el sol.
Con Carballo teníamos una especie de competencia lúdica, pero esta vez habíamos unido nuestros esfuerzos, conjuntamente nos colgamos de la soga y la campana empezó a sonar una y otra vez.
Corrimos escalera abajo, y nos reencontramos con nuestros amigos, quienes ya se habían percatado de lo que habíamos hecho, salimos todos juntos corriendo en dirección a la plaza.
Lo único que lamento de aquel día, es no haber tenido un cámara de foto para inmortalizar la cara del cura mientras daba el discurso, y a las 14.33 pm, escuchaba la campana sonar una y otra vez.
MA 04/10/2015
 

domingo, 4 de octubre de 2015

Robin Hood de las Tasas

    Pertenezco a una generación bisagra, estoy entre la era analógica y la digital. Soy de los últimos que pudo vivir esa época en que para hablar por teléfono en vacaciones hacías una fila interminable en el locutorio entre las 20 y 21, porque en esa franja horaria era más barato.
    Crecí sin celular, solo empecé a usar uno a partir de los 20 o poco más, y eran para casos de necesidad, el celular no servía para muchas más cosas que para hablar.
    Cuando era niño jugaba en la plaza, era el lugar de encuentro, a la tarde se iba a la plaza.  Sabía el teléfono de mis amigos de memoria.  Veíamos dibujitos, siempre hubo alguna especie de computadora o vídeo juego en casa o en la de algún amigo, pero el horario en el que se usaban era reducido, nos veíamos mucho más cara a cara. 
    No pienso que el pasado haya sido mejor que el presente, simplemente me siento afortunado  por el hecho de haber pertenecido a esas dos generaciones.  Tener memoria de aquello, y haber podido evolucionar al paso de esta frenética actualidad, haberme adaptado, pude barrenar la ola casi desde el principio.
    La forma de divertirnos era callejera, era buscar como pasarla bien en la calle.     Eso añoro mucho, el lugar de encuentro... las vivencias y aprendizajes que esas pequeñas cosas nos daban.
    En aquel entonces nos convertimos una noche en los  Robin Hood de las tasas... que invento de mierda, las tasas de las cubiertas de los vehículos, era la forma de ocultar que tenías un auto demasiado barato como para ser digno de algo superior a una llanta de chapa, y entonces le echaban un plástico decorado, y de lejos, aveces aparentaba que era una llanta de aleación, otras veces ni siquiera eso.
    Mientras escucho Daytime Dilemma (Dangers of Love), de Los Ramones, me acuerdo de cuando nos convertimos con mi amigo Fede en los Robin Hood de las tasas.
    En una de esas tantas noches que andábamos al pedo por Floresta, vimos un 147 azul, con unas tasas suficientemente feas, nosotros también estábamos en un 147 azul, en ese instante nos miramos con una cierta complicidad, y decidimos robarnos las tasas, pero no para ponerlas en nuestro coche, eso hubiera sido un delito, lo que nosotros buscaba tenía otra trascendencia, era una manda moral, era una forma de hacer justicia social, de repartir mejor las riquezas, le íbamos a robar al que más tenía para darle al que menos, nuestro años asistiendo a un colegio religioso había dado sus frutos, nos habíamos convertido en buenos muchachos.
    Detuvimos el auto azul delante del otro auto azul, nos bajamos los dos juntos, uno de cada lado del autito, y le sacamos las cuatro tasas, nos volvimos a subir al otro auto, sin poder dejar de reírnos, y salimos cagando para que no nos viera nadie ... al fin de cuenta estábamos en Floresta...
    A las dos o tres cuadras vimos un nuevo 147 que tenía las llantas de chapa peladas, nuevamente la mirada cómplice, y bajo el mismo procedimiento, pero esta vez con el fin inverso, nos colocamos uno de cada lado del pequeño cochecito, color crema, le colocamos las tasas, estallamos de risa como dos sánganos, corrimos al auto en el que veníamos  y nos fuimos a la plaza, al lugar de encuentro, siempre encontrábamos a alguien por esos lugares para hacernos compañía, era una noche de verano, estábamos de vacaciones, así que nos quedamos en la esquina de la plaza de toda la vida, contando a quien pasaba nuestra hazaña de justicieros.
Sin poder parar de reírnos ni un minuto.
Y vos pusiste una cara como diciendo «y ahora que hacemos?» y yo te dije «se las ponemos a aquel» dije yo. Contaba Fede.
Y yo me reía desconsoladamente hasta casi llorar.
Desde esa noche comenzamos a ser los Robin Hoods de las Tasas, práctica que repetimos en varias ocasiones, hasta que nos dejo de parecer divertido, y movimos nuestros espíritus justicieros hacia nuevos horizontes.
MA 21/09/2015.