lunes, 4 de enero de 2016

Naúfrago.

Dos días de naufragio en balsa, navegabamos en velero, pero rompimos el palo mayor en una tormenta, devino la filtración, y luego de una serie interminable de hechos desafortunados, quede como el único  sobreviviente o al menos eso supongo, los demás no llegaron a subirse a la balsa. Voy sin rumbo, sólo cuento con el kit de supervivencia, el teléfono satelital se extravió en las profundidades, y las bengalas ya las utilicé.
Soy una muerte lenta a la deriva, nunca imaginé una situación así, aunque siempre me pregunté que es lo que pasaría por la cabeza de alguien que sabe que va a fallecer en poco tiempo.
Sino me rescatan pronto sufriré la muerte consecuencia de una lenta e interminable agonia.
Mi piel esta seca por el sol y la sal, mis labios lacerados, no cuento con ninguna forma de distracción, únicamente pienso en morir, siento que estos dos días duraron casi tanto como el resto de mi vida. Tengo 42 años, pero gracias a estas últimas 48 horas siento que viví 84.
¿Entienden lo que es vivir con esta intensidad cada uno de los segundos de los minutos de las horas de cada uno de este par de días?
Sesenta por sesenta por veinticuatro por dos, no quiero hacer la cuenta pero me parece que es un número bastante elevado.
Todas las situaciones han pasado por mi mente en este tiempo, imagine ser inducido por un OVNI en el medio de la noche. Recordé ese libro que leí de pequeño “AMI” o algo así, en el que el niño se hacía amigo de un extraterrestre.
La falta de distracción es insoportable, hace un rato, que pueden haber sido 10 minutos, o cinco horas, no estoy muy seguro, vi pasar frente a mi un albatros, me dio un poco de esperanza, ya que supuse que la tierra estaba cerca, pero el muy turro vino a morirse a las profundidades oceánicas
¿Los albatros mueren en lo profundo? ¿Existen albatros en estas zonas del mundo? ¿Se realmente como es una albatros? Bueno tal vez haya sido solo mi imaginación. El sol pega muy fuerte y eso me está confundiendo.
A falta de otra cosa me la he pasado pensando, hice una línea de tiempo de mi vida, primero año por año, después mes por mes, hasta intente hacer semana a semana de mis últimos años, ustedes no se imaginan lo que uno puede recordar cuando no hay absolutamente nada que hacer. De todos modos mi cabeza está tan mareada que no se si lo que recuerdo es realidad o ficción.
Algunas de mis memorias presiento que son recuerdos de películas o libros.
Es muy frustrante, aveces me parece divisar un buque, pero inmediatamente desconfió de mis ojos.
¿Por qué habré emprendido este viaje? Nunca había navegado, pero unos amigos insistieron en hacer la travesía, salimos del puerto de Buenos Aires hacia el norte, pasamos Punta del Este, y ahí no se que ocurrió, pero aparentemente nos alejamos más de lo deseado de la costa, y sobrevino la tormenta.
Aquí estoy, el más inexperto de la tripulación en el medio del océano, intentando remar con las manos, pero no funciona, no tengo casi ningún conocimiento del arte de la navegación.
Por momentos me doy cuenta de la subjetividad del tiempo ¿me explico? Siento que los segundos son horas, cuando me duermo una ola sacude la balsa y vuelvo a despertar.
Aparentemente Poseidon quiere que viva mi última hora con los ojos bien abiertos.
Prefería la idea de morir de viejo en una cama y completamente inconsciente de mi estado.
Una muerte consciente y lenta es una tortura en si misma y esa tortura no tiene otro final que la muerte.
Mis esperanzas fueron decreciendo pero después de estar la cantidad segundos equivalente a sesenta por sesenta por veinticuatro por dos, aquí, mis esperanzas se desvanecieron, mi único anhelo es ser tragado por un tiburón o por una ballena, una muerte bien hollywoodense.
Ni siquiera tengo el coraje de suicidarme, esta tortura es el peor autoflajelo, es vivir sabiendo el final, el final impostergable, sufriendo su llegada y sufriendo su demora, su lentitud, su determinación.
Aquí estoy, ya no puedo ni llorar por miedo a deshidratarme ¿Para qué quiero estar hidratado si igual he de morir? Maldita enseñanza aquella que dice “la esperanza es lo último que se pierde”, si la hubiera perdido antes me hubiera quitado la vida y terminado este sufrimiento, pero no, esa misera posibilidad, es nimia esperanza es la que me mantiene a flote tanto literal como figurativamente.
¿Esto es vivir a flote? ¿Este sufrimiento merece llamarse vida?
Que bello es el océano, pero cuando estas adentro es un monstruo gigante que te marea con su vaivén incansable.
Ya me hice toda esa clase de preguntas sin mayor sentido que autoflajelarme al estilo de ¿Por qué vine hasta aquí? ¿Por qué acepte hacer el viaje? Todos cuestionamientos que tienen utilidad únicamente si se cuenta con una maquina de tiempo.
Si salgo con vida de aquí seguramente un montón de idiotas me quiera contratar para que de charlas de motivación en empresas y que les explique como salvarse del peor momento. Una estupidez total, si tengo que ser franco debería decirle a todos aquellos idiotas que quieran escuchar mis aventuras que lo único que me mantuvo con vida durante el calvario fue mi falta de coraje para quitarme la vida.
¿Cuál es el valor de eso? ¿Qué motivación puedo generar?
Así y todo el mundo esta lleno de ese tipo de personas. Bueno prometo decir que nunca hay que perder las esperanzas, así si algún imbécil esta en una situación similar sufre la misma agonía que estoy sufriendo yo, con la única convicción de la esperanza.
O mejor aún le leeré estos párrafos y se convencerán que nunca hay que bajar los brazos, ni aún cuando no tengas el coraje de quitarte la vida.
El mundo necesita escuchar que se puede ¿Qué es lo que se puede? Mi vida depende de que alguno de esos idiotas, que creen que se puede salvar el mundo con optimismo, se cruce por mi camino, mi vida depende del azar, de la posibilidad de ganar la lotería de la historia, de un avión que atraviese el cielo, vislumbre el reflejo de mi balsa, y de aviso a las autoridades marítimas más cercanas, que dicho sea de paso no se ni cuales son.
Realmente ahora cobra sentido aquella frase “mi vida pende de un hilo”, mi vida esta librada a la suerte.
¿A qué aferrarme?
¿Pensar en la persona que amo? ¿En qué no la voy a volver a ver? Según mis cálculos, y siempre y cuando no me insole, ahogue a causa de una tormenta o sea devorado por un ser de las profundidades, tengo alimentos y bebidas para sobrevivir una semana a la deriva, si el viento es favorable me dirigirá hacia la costa, sino lo es, quien sabe, tal vez termine en algún punto entre África y América, una muerte oceánica tercermundista.
Me gustaría emitir un mensaje de esperanza para la posteridad, pero en realidad ese mensaje sería para mi mismo, que ya no tengo ningún tipo de esperanza.
Las horas son años, los días eternidades, siete días más así y moriré de viejo, no de naufrago.
¿Y si es todo un mal sueño? ¿Si me quede dormido en el jacuzzi?
Me gustaría empezar a alucinar y perder completamente la razón, empezar a conversar con imagines creadas por mi mente, pero ni siquiera tengo el bálsamo de la locura, morir con los ojos bien abiertos, morir a cuenta gota.
Desesperación, lenta desesperación.
M.A. 29/11/2015.

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