miércoles, 7 de octubre de 2015

El Campanario


Los viajes han estado presentes a lo largo de mi vida, desde mi niñez, pasando por mi adolescencia y hasta mi actual presente.
Obviamente la forma, los lugares, las motivaciones y lo que hago viajando cambiaron,  así y todo, cada vez que puedo me largo... es mi manera de equilibrar ánimos, juntar fuerzas, recolectar anécdotas, ordenar  historias.  Redondeando, los viajes son muy importantes.
Cuando rondaba por mis 16 años, viaje con un nuevo grupo de amigos a la Ciudad de Chascomus. 
Ese grupo forjo mi adolescencia, y lo mantuve por mucho tiempo.
Yo viajaba con Quique, un compañero de la secundaria, y Fede, mi amigo de toda la vida, lo hacía con Martín, Nicolás, y Carballo, de estos últimos tres actualmente solo tengo vínculo con Carballo, con los otros  nos alejamos, pero en aquellos años estuvieron presentes y a fin de cuentas ayudaron a formar mi personalidad.
Con Carballo seguimos en contacto, y nos relacionamos de una manera muy similar a la que lo hacíamos en aquellos años, una comunicación ligada a una mirada burlona de todo, hasta de nosotros mismos, pero en aquel entonces no nos dábamos cuenta. Actualmente nos llamamos para nuestros cumpleaños, el me llama cuando cumple años, y yo lo llamo en el mio, somos muy jodones.
En esta travesía hacia Chascomus paramos en un Camping, en carpa.
Fogatas por las noches, andábamos en cuanto bosque o casa abandonada encontrábamos, en una de estas nos echaron a los tiros.
En los bosques nos contábamos historias, y hablábamos de como solucionar el mundo, las soluciones eran muy simples, y creo que deberían estar mucho más acertadas a las soluciones que podría plantear ahora, claro que para ello el mundo debería ser más simple, esa es la pequeña dificultad, pero simplificar el mundo no seria una mala idea, creo que es hasta necesario.
El último día de nuestro viaje, estábamos en la plaza principal de la Ciudad, como toda plaza principal de una Ciudad Hispano Americana, se encuentra frente a una Iglesia, era la época de Semana Santa.
Habíamos terminado de almorzar, y estábamos aburridos, las ideas más geniales ocurren en ese estado.
Justo por esos días había una feria instalada en la Plaza, ya nos habíamos cansado de recorrerla, vimos que en la iglesia estaban dando misa, ninguno de nosotros era demasiado creyente, la mayoría eramos ateos, Carballo además era anarquista y vegetariano, males que supo solucionar posteriormente. 
Entramos a la iglesia, y vimos al cura dar un tedioso sermón acerca del significado de las Pascuas. Sus palabras nos resultaron insoportables.
Salimos y con Carballo nos metimos por una puerta lateral estaba abierta, empezamos a explorar la zona, teníamos que buscar algo para hacer, el aburrimiento ya nos había desbordado.
Alguien nos había comentado durante el viaje lo riguroso que era el párroco con los horarios, y que todo el mundo en Chascomus sabía que hora era, porque escuchaba las campanadas de la iglesia.
Continuamos nuestra exploración sobre el lateral de la iglesia, entramos por una nueva puerta, y comenzamos a subir una escalera caracol, siguiendo una soga que colgaba por el centro, cuando llegamos a lo más alto nos encandiló el bello resplandor dorado de la campana iluminada por el sol.
Con Carballo teníamos una especie de competencia lúdica, pero esta vez habíamos unido nuestros esfuerzos, conjuntamente nos colgamos de la soga y la campana empezó a sonar una y otra vez.
Corrimos escalera abajo, y nos reencontramos con nuestros amigos, quienes ya se habían percatado de lo que habíamos hecho, salimos todos juntos corriendo en dirección a la plaza.
Lo único que lamento de aquel día, es no haber tenido un cámara de foto para inmortalizar la cara del cura mientras daba el discurso, y a las 14.33 pm, escuchaba la campana sonar una y otra vez.
MA 04/10/2015
 

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