martes, 25 de febrero de 2014

Jugar a ser Dios

Escribir sin editar, sin revisar, salir en vivo, sin tapujos, evitando los retoques de redacción, es algo que nunca hago, siempre le doy vueltas y vueltas al asunto antes de decir "esto esta terminado", al menos cuando escribo por placer, en realidad nunca escribo por placer, seamos sinceros, me expreso como una descarga, como una forma de evitar inmolarme, cuando la presión hace fuerza en la olla, antes de explotar, sale todo por algún lado, generalmente es a través de las palabras, pero pese a ello mi inseguridad me supera y antes de publicar, reviso, modifico, hasta le cambio el sentido a lo que digo, dejo que lo poético supere el mensaje, dejo que la forma se coloque por encima del fondo.
Desde hace tiempo creo que la forma es más importante que el fondo, al fin y al cabo uno puede decir cualquier cosa, pero no de cualquier forma, seguramente esté equivocado, o no, no importa es mi convicción, y por eso generalmente edito.
Hoy decidí salir sin editar, sin revisar, que salga lo que salga, como un vomito de borracho, siempre me gusto esa imagen, alguien que escribe compulsivamente y las palabras que salen son vomitadas al papel o al ordenador.
Laboralmente me la paso escribiendo, y la experiencia me ha dado la posibilidad de escribir de "corrido", sin parar, sin pensar en el como, eso me hace sentir más cómodo, probablemente esa no sea la palabra indicada, pero fue lo primero que se me vino a la cabeza, sin embargo cuando escribo para mi no puedo evitar revisar una y otra vez.
Estuve pensando en que sucedería si fuese Dios por un rato, y llegue a la conclusión que sería total y absolutamente arbitrario, bueno creo que si existe Dios le pasa algo parecido, es casi inevitable.
Me molesta la gente que utiliza frases como "por algo será" o "si Dios lo quiso así", si Dios lo que quiso así que venga y explique en que parte no fue arbitraria su decisión.  Pero bueno aparentemente Dios esta en todos lados, y en ningunó, y además no lo vemos, así que mal podría explicar algo alguien que no esta en ningún lugar.  Si Dios existe es un jugador que se divierte con nosotros.
Y si yo fuese Dios, no tengo dudas que sería superarbitrario.  Me la pasaría sentenciando, decidiendo quien vive y quien no.  No tendría ningún problema en tomar ese tipo de decisiones.  Hasta me tomaría el tiempo de explicar porque tome determinada decisión, claro esta que eso no me haría menos arbitrario, pero si más frontal, el problema con Dios, es su falta de frontalidad, su hipocrecia, yo no creo en un Todo Poderoso precisamente por eso, porque si creyese tendría que pensar que es un maldito hipócrita.  Entonces prefiero pensar que las cosas se dan porque se dan, porque uno se las busca, o porque la fortuna así lo quiso, claro ahora me dirán ¿qué mierda es la fortuna, sino es Dios? bueno busquen otra palabra para definir eso.
Yo no sería un buen Dios, reitero sería completamente arbitrario, pero al menos cuando una viuda triste se pregunte por qué murió su amado, me sentaría a su lado y con una frontalidad aterradora, pero sin perder la forma, le diría que Albertito era un sádico irrecuperable, y merecía morir, porque pese a las oportunidades que le ha dado la vida no ha podido aprender absolutamente nada.
Cuando una madre que acaba de enterrar a su hijo, se pregunte que había hecho para merecer eso, se lo explicaría con lujo de detalles, ahora no se me viene a la mente cual podría ser la explicación, pero si tome la decisión de terminar con la vida de un chico de tres años seguramente tendría una explicación, sin dudas que en el mundo en el que yo fuese Dios eso ocurriría poco, para ser menos drástico si creyese que una persona debería morir a los tres años, directamente no permitiría que nazca.  Como Dios haría un exhaustivo control de natalidad.
 Mi arbitrariedad obviamente estaría fundada en mi humanidad, sería una arbitrariedad práctica, tendría mucho trabajo, pero decidiría solamente en base al "bien común", y lo que es bien común lo decidiría yo solito, osea que sería mi visión de bien común.
Sería un totalitario, un tirano, regido por mis propias reglas morales, las que supongo a prima facie buenas.  Aunque pensándolo bien, no se que tan buenas pueden ser mis reglas. No se dejen llevar por estas palabras, como les comente estoy sin edición.
¿Llegaría el punto de pensar en que ser Dios podría ser divertido? Ver como sufren las personas sin causa, ver como otras disfrutan en exceso, jugar a los soldaditos de plomo en el Medio Oriente, levantar los mares y arrasar con todo lo que se les ponga por delante, dudo que todo eso pudiera ser de alguna forma divertido.
Por todas estas razones, y otras muchas, la única manera que tengo de pensar en Dios, de acercarme a la idea de creer en un ser superior, es  pensarlo como un gran hijo de puta, o un inútil que no puede intervenir en lo más mínimo en este mundo, en cualquier de los dos casos sería una visión de un Dios tan lejana de lo que la gente cree, que prefiero pensar en que Dios no existe, ni inútil ni hijo de puta, simplemente inexistente.
Gracias a... bueno en fin, afortunadamente no soy Dios.
LV 25/02/2014.

jueves, 20 de febrero de 2014

Agua de la miseria

Canta,
bajo la lluvia,
alguien, alguien sin nadie,
te oye llorar de noche,
cuando de tu alma sangras,
ya no me mires así,
¿Y para qué vivir?
Si ya no tienes fe en tu hermano,
al que no amas ya.
¡Ya no me digas que se siente!
Sino se cambia hoy,
no se cambia más,
y tus hijos sabrán,
que vendíste tu amor...
que vendíste tu amor...
Juega,
juega que el tiempo huye,
y cambiame por una mosca.
Vierte, vierte tu lágrima,
sobre la absurda suerte,
ya no me mires así,
sino se cambia hoy,
no se cambia más,
y tus hijos sabrán,
que vendiste tu amor...
Que vendiste tu amor...
¡Ya no me digas que se siente!
Al atravesar,
la eternidad
sin una gestión,
desde tu corazón.
Tu sombra da,
contra el muro,
al que quiebras,
en múltiples ecos,
y acércate,
y ahuyentarás el desastre de mi alma,
que sueña.
Bebe,
bebe, desde el columpio,
el agua de la miseria,
y saca,
saca de los que sufren,
y quema la cruz,
tan ciego,
solo eres esclavo del poder.
¿Y para qué vivir?
Si ya no tienes fe,
en tu hermano,
al que no amas ya.
¡Ya no me digas que se siente!
Al atravesar,
la eternidad,
sin una gestión,
desde tu corazón.
Sino se cambia ya, tus hijos dirán
que vendíste tu amor.
¡Ya no me digas que se siente!
En la eternidad,
sin una gestión,
desde tu corazón.
¡Ya no me digas que se siente!
Si ya no tienes fe,
en tu hermano,
al que no amas ya.
¿Pero qué es lo que te pasa, nene?
Luis Alberto Spinetta.