Una y otra vez desemboco,
como un río que se desintegra en un mar desierto.
Camino solo o acompañado, ya no importa,
las calles están en silencio.
Grito, salto, me arrojo pero nadie presta atención.
Estoy mudo, caigo, me empujo, y el sendero se cierra,
una pared interminable me impide seguir, y nuevamente desemboco.
M.A. Octubre 2005
No hay comentarios:
Publicar un comentario