lunes, 28 de junio de 2010

Peligros de la evolución.

Permanecí en la plaza hasta las doce y treinta, horario en que terminó mi descanso, y debía volver a mis tareas habituales; descanso que había tenido un toque muy particular, era una mañana fresca, las palomas sobrevolaban Plaza de Mayo y la gente no tenia esa cara de defraudados por la vida, o era diferente o lo veía distinto.
Me paré lentamente y camine por la avenida, enseguida me di cuenta que era un día tan normal como los demás, el “86” casi me pasa por encima, las bocinas rompieron el clima de tranquilidad generado, y me percate que las caras de los transeúntes eran las mismas de siempre. Llegue a la peatonal donde, ya de muy mal humor, los tramites me esperaban.
En la peatonal aprecie que no tenia posibilidades de caminar; muchas veces había estado detenido en un embotellamiento con el auto, otras estuve encerrado en alguna calle sin salida bloqueada por un colectivo, pero esto era una novedad, un embotellamiento de peatones; mirado de lejos parecía un aglomerado de colores, que al no permitir el paso de la luz ocasionaba que los colores sean tan solo blanco, negro y una variada escala de grises.
Después de unos instantes de insultar a los padres de Dios, que dicho sea de paso no creo que sea un desgraciado huerfanito, comencé a entretenerme con las caras y movimientos de las personas que estaban a mi alrededor.
Era divertido ver ciertos rostros y expresiones de las personas en estas situaciones, los gestos asomaban una especie de pánico, aunque no se si era exactamente eso, más bien era nerviosismo, lo cual era entendible cuando estaban siendo dominados por el trajín de un día agitado.
Luego estaban los otros, que se divertían viendo la depresión de la ciudad, disfrutando la desgracia ajena, estaban arriba, en las ventanas de los edificios, ubicados en en tribunas preferenciales, mirando y observando el comienzo del fin.
Un chasquido sonó detrás mío, me di vuelta con bastante dificultad.
El ruidito provenía de una ejecutiva barata, más exactamente de su cabeza, específicamente de su celular, ocurrió algo que nunca nadie pudo ser capaz de imaginar, su pequeño teléfono cobro vida. La multitud de alrededor desafiando las leyes de la física, empujando y ocasionando avalanchas múltiples, hizo un lugar en torno de aquella señora, en una especie de ronda, de las tribunas altas surgían sonidos tales como uhh, ahh, ehh y las demás vocales seguidas de dos h, que si bien no generan una palabra, dan esa sensación de permanencia de la letra en el aire.
El celular comenzó a moverse, la antena rápidamente se extendió y rompió las paredes de la oreja de aquella señora, se enredo con las curvas de su oído, entrando a su cráneo, provocando luces parecidas al flash de las cámaras fotográficas, lo que permitía que viésemos su interior, y como su cerebro se quebraba una y otro vez por líneas rectas que lo cruzaban, y dividían su maza encefálica primero en dos luego en cuatro, ocho, dieciséis y así sucesivamente, hasta que una gota de sangre cayó de su nariz, sus ojos estallaron, pero fue un estallido en cámara lenta, la pobre mujer se tendió en el piso, y una vez allí, continuaba moviéndose, calculo que eran solo reflejos, alguien se acerco y la dio vuelta. Le faltaba una mitad de su tronco y el pequeño teléfono empezaba a masticarla, la multitud quedo paralizada.
Algo es me cruzó por la cabeza y tire todas las cosas electrónicas que tenía, no eran muchas tan solo un Bipper y el reloj, las arroje tan lejos como puede.
Otro señor que se encontraba a mi izquierda empezó a generar una serie de golpes, latidos, pero a un volumen que se podía escuchar a doscientos o trescientos metros, su pecho se inflaba y desinflaba, luego su corazón salió despedido chocando con la pared de un Kiosco de revistas, su marcapaso se adueño del cuerpo, arrojándolo fuertemente contra una vidriera de una librería provocando su previsible muerte, ya que no muchas personas pueden vivir sin corazón.
La gente desesperada queriendo salir de esa pesadilla, corrío para todos las direcciones, sin prestar atención a los muertos, ni siquiera a los que esas corridas y sucesivas pisadas ocasionaban.
Pero el suceso electrónico, por llamarlo de alguna manera, no paro allí. La maquina registradora de una panadería, exploto envolviendo con sus cables a la repostera, estrangulándola de la misma manera que una anaconda acaba con su presa.
En los balcones, se veía como la gente era arrojada hacia la calle por sus heladeras, o televisores.
De los negocios salía fuego que quemaba vivo al que se acercaba.
En la peatonal se formo un río de sangre, que llevaba su caudal lentamente en dirección a la avenida, donde se juntaba con otro río, este último más grande aun.
Aviones y helicópteros que sobrevolaban la ciudad chocaban simultáneamente contra edificios provocando explosiones o derrumbes.
Era lo más lamentable y patético que había visto en mi vida, aunque considero que fue una consecuencia lógica de la evolución, la nueva raza, buscaba la independencia de su creador y no cabe duda que lo había logrado.
Yo aún inmune a estos hechos, sin otra cosa por hacer, comencé a correr sin dirección preestablecida. No pude escapar, a los pocos pasos de iniciar mi trayecto, algo sobre mi espalda me decía “No huyas es en vano todo lo que hagas, te encontraremos”, era mi Bipper, que lentamente se introdujo en mi nariz y exploto, lamento no recordar mayores detalles de mi muerte, reconozco cierta envidia hacia el tal Víctor por su elocuencia descriptiva en casos similares.
Es inevitable la evolución no se detiene, si su forma de avanzar es la destrucción ella avanza, podemos retardar el proceso pero jamás evitarlo.
M.A. Noviembre 2002.

martes, 22 de junio de 2010

Me despierto parado en medio de la oscuridad... Algo imposibilita moverme, me aprieta...  No se donde estoy, ni cómo llegue acá, no recuerdo que fue lo último que hice, simplemente amanecí de pie en la negrura.
Puedo ver una luz, a lo lejos como en un túnel, mis pies están al borde del precipicio ¿Dónde estoy?
Un murmullo constante se reproduce incesante a mi alrededor.
La luz se acerca desde el túnel,  el ruido se torna insoportable, sigo inmóvil...
Ya puedo ver la luz a pasos mios ¿qué es? siento el aire que empuja mientras se aproxima hacia mi.
Casi puedo tocarla...
Las luces se encienden, estoy acompañado por muchas personas que impiden mis movimientos, sucede que en la oscuridad no las veía, ¿y esa luz? ya esta acá, me va a llevar, me esta por traspasar...
Ahora entiendo todo, volví a desmayarme en el subte...
M.A. 22/07/2010

viernes, 18 de junio de 2010

Gracias José.

miércoles, 9 de junio de 2010

Buenos Aires

Esta es mi ciudad en la cual nada es lo que parece,
donde la locura nos engaña, y el apuro nos maltrata,
lugar en el que el campo dejo de ser algo propio para convertirse en una paraíso lejano.
En la que se cree que la bocina es un desintegrador, y la calle un basurero.

Donde el amor es una palabra casi prohibida, o confundida con el tener,
donde las posesiones son lo más importante aunque no muchos poseen realmente.
Ciudad en la cual para demasiadas personas las utopías dejaron de ser ideales de un lugar distinto, sino más bien el poder comer todos los días,
Ciudad en la que no hay pueblo ni nación, sino más bien una selva en la que todos luchamos por sobrevivir.

En este suelo tan querido nos amontonamos por el odio, y nos marchamos por el amor.
Donde solo protestamos si nos cagan,
O protestamos por los que protestan, generando que el IOA (índice de odio acumulado) crezca.
Donde todos somos una manga de cobardes, traidores, e inservibles, que nos importa un carajo todo, menos obviamente nosotros mismos.

Los momentos placenteros los vemos disminuidos a solo unos minutos por día, y eso únicamente para los más afortunados.
Donde dejamos las costumbres y la cultura de lado, asándonos en un sonido electrónico de pastillas.

Aquí si no jodes te joden, así que aprovechamos para matarnos los unos a los otros, antes de caer muertos,
Vivimos todos equivocados, ya no pensamos, hacemos lo que alguien dice,
Caminamos por donde podemos a empujones y patadas,
Somos los más susceptibles, y no tenemos la paciencia de escuchar, total todo es más de lo mismo.
Vemos TV sin saber que miramos, y cumplimos a rajatabla las indicaciones de esa maldita caja negra.

Nos alarmamos por episodios terroristas en el mundo, aunque no queremos descubrir en que lugar del mapa ocurrieron.
Se nos mueren chicos a pasos de nuestra entrada, pero es más importante preocuparse por saber cuanto subió o bajo el euro.

La cultura dejo de ser nuestro patrimonio, y paso a ser una palabra por descubrir,
Una virtud de unos cuantos, que seguramente son bohemios, y gente despreocupada,
Esta bien, hay que dejarse dominar si no sabemos como manejarnos, hipotequemos nuestras vidas a terceros, ellos están bien y quieren lo mismo para nosotros.

Nos mentimos mutuamente, y lo que es peor pensamos que algo va a cambiar,
Pero nada absolutamente nada va a modificarse, solo podemos empeorar,
eso es lo hacemos bárbaro, empeorar, sabemos la formula y la aplicamos todos los días.

El grito esperanzado no es más que eso un grito.
Por lo que es mejor irse, marchémonos a otro país que una vez allí, perderemos nuestra identidad sudaca, y negaremos tres veces antes de que salga el sol que somos argentinos, porteños y que nacimos en el culo del mundo.

Nos vamos a morir argentinos y porteños, los dos peores males del mundo,
somos los intocables, los llorones del tiempo pasado, los soberbios, los licenciados en el todo, los que tenemos científicos en la NASA, mientras que aquí nuestros maestros se mueren de hambre.

M.A. 22/12/2005.

viernes, 4 de junio de 2010

A la espera del poeta.

Durazno Sangrado.

Temprano el durazno del árbol cayó
Su piel era rosa dorada del sol
Y al verse en la suerte de todo frutal
A la orilla de un río su fe lo hizo llegar
Dicen que en este valle
Los duraznos son de los duendes

Pasó cierto tiempo en el mismo lugar
Hasta que un buen día se puso a escuchar
Una melodía muy triste del sur
Que así le lloraba desde su interior:

"Quién canta es tu carozo
Pues tu cuerpo al fin tiene un alma

Y si tu ser estalla
Será tu corazón el que sangre

Y la canción que escuchas
Tu cuerpo abrirá con el alba"

La brisa de enero a la orilla llegó
La noche del tiempo sus horas cumplió
Y al llegar el alba el carozo cantó
Partiendo al durazno que al río cayó
Y el durazno partido
Ya sangrando está bajo el agua

Durazno Sangrado, Invisible, Luis Alberto Spinetta.