Las responsabilidades han
excedido mi límite de tolerancia. Si lo tuviera que graficar con una
imagen diría que me encuentro en una cápsula de vidrio, en una
sintonía distinta a la de los demás. Por las noches es lo más
tremendo, la oscuridad nubla la visión, todos duermen, y empiezo a
caer en callejones sin salida. Claro que la salida siempre
existe, pero la negrura me impide verla.
Por momentos deseo tomarme un
ansiolítico y dormir unas ocho horas corridas, hace meses que no
duermo tanto. Deje de fumar marihuana, lo hacía a menudo, pero estoy
tan nervioso que me da temor pitar y que mi cabeza se vuele por
completo. Escribir me calma, es una descarga que baja la ansiedad.
Así que aquí estoy, recién
llegado de mis tareas laborales, las que fueron interminables en el
día de hoy, sumamente cansado, pero se que si me acuesto no pego un
ojo, una situación de mierda, igual aún es temprano, así que puedo
escribir un poco más antes de intentar dormir, me gustaría tomarme
un whisky, pero de adolescente me agarre una borrachera tremenda y
quede asqueado.
Fue
en la fiesta en lo de un compañero de la secundaria, empecé con un
vaso, luego otro, hasta que empine la botella por completo, fue mi
primer curda, y tengo recuerdos patentes de ciertas partes, e
ignorancia absoluta de otras.
Según
me contaron termine en una bañadera llena de agua y hielo, porque no
reaccionaba, a la mañana siguiente me levante sin entender
absolutamente nada de lo sucedido, y mi cabeza daba vueltas en la
habitación. Baje la escalera, y me esperaba un platos de ravioles a la boloñesa espectaculares. Ni bien
sentí el aroma llegaron con las arcadas, y luego me encerré en el
baño por una hora con la cabeza enterrada en el inodoro.
Nunca volví a tener una
borrachera a ese nivel, y nunca más probé el whisky, eso es lo que
más lamento, el rito de tomar whisky me resulta genial, el vaso, el
ruido del whisky derramándose en los hielos, beberlo de sorbos,
disfrutando cada instante, es algo mágico, pero no lo puedo ni siquiera oler.
Ayer
me paso algo muy loco, compre una biblia, soy ateo, pero sin embargo
sentí el impulso.
Había
llegado de trabajar, casi en el mismo estado en el que lo hice hoy, y
en la puerta de mi hogar, me detuvo un tipo alto, pelo negro
ensortijado, piel blanca pálida, parecía que no tenía sangre
corriendo en sus venas, y con una voz suave y buena dicción, me preguntó:
- Señor ¿sabe qué esta por llegar el fin del mundo?
- ¿Y qué música hacen? ¿Tiene entradas?
- Bueno usted sabe, vendrán el demonio, junto con los jinetes, Dios y sus ángeles, y se llevará a cabo el juicio final. ¿De qué lado piensa estar?
- Soy abogado, así que no me molestaría defender al acusado ¿Qué le están imputando?
- A lo largo de toda su vida habrá hecho cosas buenas y malas, las buenas las debe llevar con orgullo, y arrepentirse de las malas.
En
ese momento me miro con cara de desconcierto, no sabía si le estaba
tomando el pelo o le hablaba en serio.
- A los ojos de Dios nada prescribe, el tiempo no existe para Dios, Él es eterno.
- Exacto, siempre y cuando no se haya arrepentido.
- Y ¿cómo hago eso?
- ¿Qué se viene el apocalipsis? O ¿Qué estoy arrepentido?
- De ambas cosas.
- Y ¿Cuando sería este juicio? ¿Tengo tiempo de preparar mi defensa?
- Ya es hora.
- Bueno lo estoy, o eso creo.
A esta altura de la
conversación, después de haber lidiado todo el día con la
ejecución de un contrato leonino, esta charla me resultaba frugal,
me parecía interesante la idea de defenderme de todas mis acciones
en un único juicio, ahorrariamos mucho tiempo.
- Soy ateo, no rezo.
- De eso tendrá que arrepentirse.
- ¿Es un pecado?
- Claro, desconocer a Dios es el peor de los pecados.
- Y ¿Cuál es el castigo por ese pecado?
- Bueno el único que lo sabe es Dios.
- Dios es el que desconoce la existencia del tiempo ¿no es cierto?
- No la desconoce, solamente que para Él el tiempo no resulta ser una limitación.
- ¿Entiende?
- Eso creo, y ¿Qué lo trajo por aquí?
- El deseo de salvarlo.
- Que afortunado que me siento, bueno inicialmente, tendríamos que lograr que la Cámara de Apelaciones revoque las sentencia de primera instancia en el juicio “Perez C/ Romero”, coincidirá conmigo que es una sentencia muy injusta.
- La única sentencia que importa es la que dicte Dios, en el final de los tiempos.
- ¿Cómo es eso del final de los tiempos? No era que el tiempo no resultaba ser una limitación.
- Son cincuenta pesos.
- Pensé que venía a salvarme.
- Todo tiene un precio.
- Tiene razón, tome, gracias, espero verlo pronto.
- Adiós.
-
Nuevamente me miró con cara de desconcierto y se marchó.
Aún
hoy no entiendo por qué compre la biblia, si para sacarme al tipo de
encima o porque creí que realmente me serviría de algo leer algún
pasaje, que podría encontrar mi salvación en ella, no hablo de la
salvación en el apocalipsis, hablo de la salvación mundana, de
vivir mejor.
Entré a mi casa, tomé una
ducha, comí algo, abrí una botella de malbec, y justo antes de
acostarme me acordé de la biblia.
M.A.
24/11/2015.
Excelente Martin !! Abrir ventanas con la escritura es un vínculo precioso con los demás .
ResponderEliminarMuy bien escrito , divertido ameno y profundo . Es verdad que lo escrito cierra en el lector .
Felicitaciones
Que lindas palabras Hugo! muchas gracias! Cuando tengas tiempo y ganas leete algún otro! Igual ire posteando en facebook otras cositas!
ResponderEliminarJajajaja quién no ha buscado esa respuesta en el gran libro. Me sorprende ja
ResponderEliminarMuy bueno joe! Espero que encuentres tu salvación en Colombia jajaja un abrazo!
ResponderEliminarLucas (pach)